Adiós al amigo de toda la vida

Familiares, amigos, Obispos y Sacerdotes, así como el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, despidieron a Monseñor Salvador Tello Robles, quien falleció el jueves 12 de mayo.

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Yara Martínez González

Como su amigo de toda la vida, y un Sacerdote sumamente preocupado y comprometido con la familia, así definió el Cardenal Juan Sandoval a Monseñor Salvador Tello Robles, quien feneció a la edad de 85 años.
Dijo no estar triste por la muerte de quien desde la adolescencia se convirtió en su fiel compañero, ya que a lo largo de 60 años de ministerio vivió como un buen Pastor y un excelente Sacerdote, que ahora ya está gozando de la vida eterna, junto a Dios Nuestro Señor.
“Siempre nos tratamos con mucha confianza y con mucha lealtad, de manera que ahora que Dios lo recoge, como quien dice, perdí al amigo de mi vida, al que estimé mucho y quien me estimó mucho; pero triste no estoy, porque se fue de 85 años. Además, ya se le notaba en el último mes o dos meses muy decaído, muy triste. Yo creo que traía el mal por dentro, pero no lo decía”.
Ligeramente conmovido, mas con serenidad en su rostro, el Cardenal Sandoval Íñiguez compartió con Semanario algunas vivencias que sirvieron de eslabón para estrechar los lazos de amistad, que se inició tras un leve accidente sucedido durante un viaje a Toluquilla.

NACIMIENTO DE UNA AMISTAD
“Mi amigo de toda la vida. La primera vez que me encontré con él, fue yendo de camino a un paseo a Toluquilla; él tenía unos quince años, y yo trece; era dos años mayor que yo. Yo iba corriendo por encima del riel, y en eso, di un mal paso y me lastimé el tobillo; entonces él se acercó, era más alto que yo, me levantó y me ayudó a llegar a Toluquilla, yo con mi tobillo lastimado. De ahí nos hicimos amigos”.
A pesar de tomar caminos diferentes dentro del sacerdocio, ya que uno fue destinado al Seminario y otro a Parroquia, recuerda el Cardenal Sandoval aquellas visitas que Monseñor Tello le hacía al Estado de Chihuahua, cuando ejerció como Obispo de Ciudad Juárez.
“Cuando volví de Ciudad Juárez como Arzobispo de Guadalajara, él fue mi colaborador y amigo; amigo de toda la vida, muy leal, muy servicial. Siempre nos tratamos con mucha franqueza y confianza; luego él quiso venirse (a San Pedro Tlaquepaque) para no dejarme solo cuando las amenazas estaban fuertes por reclamar lo del Cardenal Posadas. Me dijo: ‘Yo me voy allá contigo, a tu casa, para cuidarte’. Agradecí que se viniera, y entonces, por espacio de 20 años, aquí tenía su cuarto, al lado del mío, en el departamento donde vivo aquí en la casa”.

LA FAMILIA, SU PREOCUPACIÓN
Siempre interesado por la Pastoral Familiar, fue uno de los primeros Asesores del Movimiento Familiar Cristiano en Guadalajara, lo que le permitió convivir de manera más directa con la Comunidad, sobre todo cuando se le encomendó edificar un Templo a la Madre de Dios, Parroquia que hoy se encuentra en la Colonia Providencia, lugar donde fue velado, y el Arzobispo Emérito celebró la Misa Exequial.
“Estamos en el lugar, en la Parroquia que fue el seno de su ministerio. Cuando aquí no era más que baldío, le encomendaron construir un Templo a la Madre de Dios, y 28 años destinó a construir este Templo en donde estamos, y a construir, sobre todo la comunidad cristiana, el Templo espiritual, que somos cada uno de nosotros. Por su forma de ser, tan cercano, tan amigo, tan directo, se ganó muchas simpatías y amistades. Fue un amigo muy fiel, fue mi amigo desde que yo tenía 13 y él 15 años. Desde entonces fuimos caminando juntos”, destacó el purpurado durante su Homilía.
A la Misa también asistieron Monseñor Juan Humberto Gutiérrez Valencia, Obispo Auxiliar de Guadalajara; Mons. José Guadalupe Octavio Martín Rábago, Arzobispo Emérito de León; Mons. Rafael Martínez Sáinz, Obispo Auxiliar Emérito de Guadalajara, y alrededor de 70 Sacerdotes, quienes acudieron a darle el último adiós a quien en vida fue un fiel servidor de Cristo y de la Iglesia.

Monseñor Salvador Tello nació en Moyahua, Zacatecas, el 29 de noviembre de 1930.
Fue ordenado Presbítero el 25 de abril de 1956 en el Seminario Interdiocesano de Santa María de Guadalupe, en Montezuma, Nuevo México, E.U.A., donde obtuvo Licenciatura en Ciencias Sociales.
Además de haber sido Párroco de La Madre de Dios por muchos años, fue Capellán del Templo de Jesús María, Confesor en el Santuario de Nuestra Señora de las Mercedes, y Asesor Diocesano de la Pastoral Ecuménica.
El Papa Juan Pablo II le otorgó la dignidad de Monseñor.

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