Siempre hay alternativas ante el dolor

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Aun cuando los médicos digan que ya no hay nada que hacer, siempre existen opciones para tener una mejor calidad de vida y acompañamiento médico, espiritual y emocional, incluso cuando el diagnóstico sea adverso y el pronóstico de vida sea malo.

Sonia Gabriela Ceja Ramírez

Hay noticias que nos cambian la vida, conocer por ejemplo, que padecemos una grave enfermedad donde el pronóstico de vida es desfavorable produce en nosotros y en nuestros seres queridos un shock que pocas veces estamos preparados para enfrentar desde el punto de vista económico, físico, psicológico y espiritual, sin embargo, tenemos que enfrentarlo con lo que en ese momento tenemos.
Un duelo se desata pues tenemos que enfrentar la pérdida o disminución de nuestra salud y termina la vida como hasta entonces la conocíamos, hay que iniciar trámites, tratamientos, buscar alternativas y enfrentar la posibilidad de que nuestro ciclo termine. Situación que, conforme a nuestra naturaleza, pobremente humana, nos desequilibra.
Sin embargo, podemos tener la certeza de que Dios provee y de alguna manera se nos van presentando las opciones para hacer más llevadero este amargo trago.

El testimonio de un sacerdote entregado
El padre Ignacio Méndez Olvera nació en Guanajuato pero se formó como sacerdote en Guadalajara, desde el curso introductorio hasta 2° de Teología, y posteriormente concluyó sus estudios en la Diócesis de Ciudad Obregón, diócesis a la que entregó su ministerio de 32 años.
Hace apenas dos meses le detectaron cáncer en el estómago, situación que lo hizo volver a Guadalajara, pues por los años de Seminario que pasó aquí tiene varios conocidos, entre ellos algunos médicos especialistas en oncología quienes se ofrecieron a atenderle después de que en Ciudad Obregón recibió la noticia de que su mal no era operable.
Con el apoyo de sus conocidos y con los recursos del OSEAS, seguro con el que cuentan los sacerdotes en México, logró operarse en Guadalajara, sin embargo el seguro tiene un límite y el tratamiento de enfermedades como el cáncer implican altos costos que de alguna u otra forma deben pagarse. Aunque el padre Ignacio consiguió la afiliación al IMSS, para ganar tiempo decidió que su atención fuera en lo particular, lo que significó un esfuerzo económico.
El padre Nacho asegura ha recibido muestras de apoyo de sus familiares y también de su Diócesis quienes le han manifestado que lo más importante es que se atienda.

Que la fe no decaiga
Una noticia de este tipo por supuesto cambia la vida y la perspectiva de quien la padece pero también de su entorno y sin duda un elemento fundamental para enfrentar la situación es la fe.
Pese a su gravedad, el padre Ignacio está seguro de que la fe mueve montañas y dice que ante este trago amargo lo sostiene saber que hay mucha gente orando por él: “mis comunidades, mis amigos en Sonora, en Estados Unidos, en Guadalajara, en México, en Aguascalientes y en todas partes donde tengo conocidos. Ellos están al pendiente, me llaman constantemente y me manifiestan estar unidos en oración.
“Es importante dar muestras de solidaridad en la fe; ha sido muy importante para mí el que me apoyen para seguir adelante en este proceso”.

Sacerdote, para siempre
Durante tres décadas el padre se ha entregado a su ministerio, poniendo de por medio su vida y su salud, aun desconociendo que desde hace tiempo venía padeciendo tan terrible enfermedad.
En su condición actual, el padre asegura que ha valido la pena ser sacerdote “porque es una entrega total de mi sacerdocio y de mi persona hacia la comunidad y eso ha sido maravilloso para mí”.
Su parroquia es la de San Isidro Labrador en La Unión, Huatabampo, pero el santo de su devoción es su santo patrono, San Ignacio de Loyola, por quien sintió gran admiración desde pequeño y quien le inspiró a desear ser sacerdote.

Un bálsamo ante el sufrimiento
El padre llegó a la Clínica de Juntos contra el Dolor gracias a la madre Lola, religiosa de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres, ya que el padre es también capellán en el asilo que la congregación tiene en Huatabampo, y también llegó a través del padre Guillermo Chávez Aguayo, amigo personal quien primeramente le recibió en su casa y que posteriormente ayudó a su canalización para que pudieran atenderle mejor.
El padre Ignacio dijo sentirse muy bien atendido por todo el personal de la clínica de quienes ha recibido un trato profesional y humano pues entienden en sentido de pertenecer a la familia hospitalaria, además de que le han aliviado sus síntomas físicos pues el dolor no lo dejaba dormir y se lo controlaron.
El sacerdote agradeció la misión de quienes se preocupan por dar alivio al dolor físico de quienes están enfermos y dijo de alguna manera sentirse identificado pues además de que él estudió desarrollo humano, como sacerdote también le ha tocado ayudar a aliviar el dolor moral de quienes a él se acercaban.
Finalmente el padre dijo pedir a Dios para quienes atienden a quienes padecen una enfermedad sean cada vez más humanos y sepan realizar su labor con el corazón.

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